Las redes sociales arden con la inocentada de Las Campos

Las redes sociales arden con la inocentada de Las Campos

Enfado y desilusión. Las críticas se agolparon en las redes sociales con el último pase de Las Campos. ¿Bombazo que dará que hablar punto de inflexión en la familia? Nada de nada, todo era una inocentada. Una broma de la matriarca y su pareja, Edmundo Arrocet, enmarcado en una falsa cena de Navidad que ha creado una enorme expectación que, al final, no pudo ser saciada. Por ahora no habrá boda, ni tampoco viaje a Chile con billete de ida.

Pero coincidiendo con muchos usuarios de Twitter, el tercer pase de las Kardashians patrias en las pantallas de Telecinco nos dejó miradas muy reveladoras. Las caras de Terelu y de Carmen Borrego cuando su madre y su pareja entonaban la ranchera Si nos dejan denotaron que las hijas de la comunicadora temen algo. No sabemos si se trata de una futurible boda, con la que dejan claro que no estarían muy de acuerdo, o un largo viaje, tampoco factible a la vista del éxito de audiencia de ¡Qué tiempo tan feliz!

Estos juegos televisivos no gustan nada a los televidentes, aunque el efecto llamada surte efecto, que es lo que en términos cualitativos le importa a la cadena privada. Parece increíble que a estas alturas de la historia haya gente que se crea que en la pequeña pantalla se deja todo al azar... Y llegaron las quejas de los tuiteros a Álex Gibaja por no relatar las quejas que se estaban agolpando alrededor del hashtag #LasCamposNavidad.

Un tercer episodio muy elocuente en muchos otros detalles, que para el ojo del espectador no pasan inadvertidos. Es evidente el alto nivel de vida del que disfrutan, porque ellas pueden, pero en estas fechas y con lo que lleva pasado este país, queda un poquito feo ese derroche de consumismo loco del que entonan el mío culpa las tres protagonistas. Llama la atención que Terelu no haya cogido en su vida un autobúsy no sepa lo que cuesta un billete sencillo. Está claro que muy cerca del ciudadano de a pie estas mujeres no parecen estar.

Porque merece capítulo a parte la gracia que nos hace el retrato que se esta creando de la colaboradora de Sálvame. Mientras ella, con rictus serio, asegura tener recato cuando come, la imagen real es la de una mujer con enormes debilidades con la comida. Y para más inri, cada vez que la situación viene a colación le colocamos una banda sonora que acentúa el cachondeo. Las caras entre el asombro y el miedo de las dos asistentas de Teresa Campos mientras Terelu echa una botella de vino blanco y al pavo y devora sin respiro parte de los aperitivos lo dicen todo. Por cierto, la periodista dice que cocina, nosotros la vimos más bien dando órdenes a las chicas. La caja de mantecados por la que le hizo esperar a su hermana una hora y media en Doña Manolita y las cigalas centraron gran parte de su atención del reality. Oírle mandar a su madre a la "m**rda" con la boca llena de trozos de marisco después de que esta le vacilara con si quería churros denota un exceso de confianza, pero el momento televisivo no tiene parangón.

El debate empezó fuerte, con una Mila enfrentándose abiertamente a la Campos a cuenta de las miradas como puñales, y con un Kiko Matamoros curioso, pero en cuestión de minutos fue la matriarca la que tomó el mando de la mesa y Carlota Corredera desapareció como moderadora. Y mientras, en Twitter, seguían lloviéndoles los ataques al youtuber por no mencionar los tweets más críticos y a las Campos por no saber recibir de buen agrado las críticas.

No obstante, el único bien parado parece ser Edmundo. El humorista, con su talante divertido, poco hablador, pero tajante en sus convicciones, se ha ganado la simpatía de los seguidores del programa. Está ahí, presente, pero es el que menos se moja y, por lo tanto, el que sale menos escaldado. No se expone, acompaña a la matriarca, que, al final y al cabo, es la que manda.

El análisis posterior pasó de la polémica a lo emotivo, que era dónde querían llevarlo las protagonistas. Con Terelu a la cabeza, se habló del padre ausente, José María Borrego, ante una Teresa Campos que en esa parte de la conversación prefirió ceder la palabra a sus hijas y mantenerse en un segundo plano. La periodista es poco dada a hablar del que fue su marido y, además, en ese punto, su hija llevaba la batuta del debate y era la encargada de rebatir cada uno de los livianos ataques de los colaboradores. Terelu desatada y calificando de maldades los comentarios de los colaboradores ante la mirada descompuesta de su madre.

Todavía no entendemos la presencia en el reality de una Vanesa Martín que, tras unos breves acordes, pone como excusa un concierto para rechazar amablemente la invitación a unirse a la mesa. Tampoco nos cuadra la visita de Terelu a una asociación solidaria de juguetes para niños, demostrando que lo suyo tampoco es envolver regalos, eso sí, un toque filántropo por estas fechas no viene nada mal.

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